Baltimore, la ciudad que necesita inmigrantes
Washington / EEUU 17 de Agosto 2012
Además de promover programas de educación, acceso lingüístico y de concientización ciudadana, la alcaldesa emitió una orden ejecutiva que prohíbe a las autoridades locales cuestionar el estatus migratorio de inmigrantes.
Baltimore, Maryland, una importante ciudad en la costa este de Estados Unidos, cerca de Washington DC, ha adoptado una política para atraer más inmigrantes a que echen raíces, abran negocios y empiecen a hacer sus vidas y construir su futuro ahí. La ciudad ha estado perdiendo población a un ritmo constante en las últimas décadas, con efectos negativos sobre la economía.
Además de promover programas de educación, acceso lingüístico y de concientización ciudadana, la alcaldesa emitió una orden ejecutiva que prohíbe a las autoridades locales cuestionar el estatus migratorio de inmigrantes.
La iniciativa es contraria a lo que está sucediendo en muchos otros lugares de EE.UU. como Arizona y Alabama, que han adoptado estrictas leyes antiinmigrante. Algunos críticos acusan a la ciudad de estar convirtiéndose en un santuario para indocumentados.
En Baltimore hay comunidades provenientes de África y Asia pero la que está creciendo más rápidamente es la latina, atraída por las perspectivas de prosperidad y el ambiente relajado que encuentran.
"Oficialmente hay unos 26.000 latinos en Baltimore", dijo a BBC Mundo Catalina Rodríguez, coordinadora de Asuntos Hispanos de la Alcaldía. "Pero sabemos que los números son más altos".
Esa cifra, aunque no se ajuste a la realidad, representa un crecimiento de más del doble de hispanos en la última década.
La mayoría proviene de México, pero también los hay de América Central y el Caribe. Una de las nacionalidades que se está empezando a sentir es la ecuatoriana.
Por orden de la alcaldesa Stephanie Rawlings-Blake, ningún recurso de la ciudad puede ser utilizado para "investigar, cuestionar, detener o arrestar a un individuo en base a que haya, o se sospeche que haya, una violación de las leyes federales de inmigración".
"Aquí puede uno salir tranquilo, sin sentir esa presión de que lo vayan a parar", expresó a la BBC Alma Rivera, una hondureña que llegó indocumentada a Estados Unidos y se asentó en Baltimore. "Yo estoy enamorada de Baltimore", confesó.
Hace un año, Alma Rivera logró legalizar su estatus migratorio y trajo a sus hijos a vivir con ella. Los menores residen con una visa especial, están matriculados en las escuelas públicas y adelantan el proceso para ser residentes.
"Queremos atraer a 10.000 familias en los próximos diez años", afirmó Catalina Rodríguez, "y que se corra la voz de que aquí están bienvenidos".
La ciudad tiene programas adicionales guiados a mejorar las relaciones entre las autoridades y las comunidades extranjeras. Estos incluyen un servicio telefónico de intérpretes disponible las 24 horas del día en caso de que un agente no entienda el idioma en que le habla el inmigrante.
La funcionaria de la alcaldía realiza además un trabajo para generar consciencia entre el cuerpo de policía sobre las diferencias culturales que pueden existir, así como sobre los diferentes documentos que un inmigrante puede cargar y que pueden ser aceptados como formas de identificación.
Según Rodríguez, uno de los obstáculos que buscan resolver es la falta de confianza que hay entre los inmigrantes y las autoridades por el temor de los primeros a que les pidan prueba de su estatus migratorio legal.
"Muchos crímenes y abusos no se reportan por ese miedo", señaló la coordinadora de Asuntos Hispanos, recalcando que la iniciativa también va dirigida a mejorar la seguridad.
Sin embargo, hay quienes interpretan la medida de la alcaldesa como una licencia para violar la ley que le cuesta a la ciudad y no la hace más segura.
"La policía local es la primera línea de defensa de la ciudad y no podemos atarles las manos para que no puedan hacer su trabajo. Eso le abre el camino a más crimen", manifestó a BBC Mundo Tom Fitton, presidente de Judicial Watch, una fundación conservadora que aboga por transparencia, integridad y responsabilidad en los asuntos de gobierno, política y justicia.
"No dejamos de arrestar a narcotraficantes y prostitutas porque queremos que tengan mejores vías de comunicación con la policía", argumentó.
Fitton aseguró que, según las encuestas de su organización, hay poco apoyo público para lo que catalogó de un "santuario" para los indocumentados y que hay una brecha entre lo que los políticos proponen y la voluntad del electorado.
"El adoptar una medida de santuario no tiene nada que ver con un gesto humanitario. Lo hacen porque quieren obtener el voto hispano. Es pura política", insistió.
Lo que sí es cierto es que la iniciativa de la alcaldesa tiene un ángulo económico. La disminución de la población representa menos movimiento económico y menos reacudo de impuestos.
Los inmigrantes están abriendo más establecimientos y negocios para servir a su comunidad y que las autoridades esperan eso le devuelva el vigor a Baltimore.
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