domingo, 2 de enero de 2011

Bolivia vuelve a la normalidad tras el fallido "gasolinazo"

Bolivia regresaba el sábado a la normalidad, aliviada tras la decisión del presidente Evo Morales de anular un fuerte aumento de precios de carburantes que desató una ola de violentas protestas y hasta amenazó a la estabilidad gubernamental.
El mandatario indígena, abrumado por el descontento popular, dijo el viernes por la noche que derogaba el reajuste de hasta un 83 por ciento de los combustibles que había desatado un caos de precios en el transporte y el comercio de productos básicos, en la semana de fin de año más tensa que se recuerde en el país.

La marcha atrás del mandatario izquierdista también se aplicó a un aumento salarial del 20 por ciento y otras medidas que había dispuesto a modo de compensación.

"Más vale tarde que nunca, el presidente ha evitado un mal mayor porque las protestas que venían podían ser muy graves", dijo Felipe Martínez, conductor de uno de los pocos taxis que trabajaban el sábado en La Paz, por el festivo de Año Nuevo.

Para Genoveva Mamani, vendedora de verduras en una feria ambulante, "la gente se ha enojado y Evo ha escuchado, así tiene que ser pero tal vez algunos le van a perder la confianza".

Aunque reducido por el festivo de Año Nuevo, el transporte urbano y de larga distancia retomó el sábado las tarifas anteriores al "gasolinazo" decretado el domingo 26 de diciembre.

Pero los precios no bajaban de inmediato en el comercio y los mercados de productos básicos, previéndose que se normalicen en una a dos semanas, según vendedores citados por las radios.

Enfrentando a la mayor ola de desaprobación de sus casi 5 años de Gobierno, Morales hizo el anuncio tras cuatro jornadas de huelgas y manifestaciones, que incluyeron a grupos afines al Gobierno y en las que no faltaron peticiones de renuncia.

"Prometí gobernar obedeciendo al pueblo, he escuchado y entendido a mis compañeros que me decían que (el reajuste) es importante, necesario, pero no oportuno (.. .), por eso he decidido, en esa conducta de mandar obedeciendo al pueblo, abrogar el decreto supremo 748 y los demás decretos que acompañan esta medida", dijo.

Morales se anticipó así a nuevas protestas en demanda de anulación del llamado "gasolinazo", anunciadas para la próxima semana por sindicatos y movimientos sociales, la mayoría afines a su Gobierno, con planes que incluían manifestaciones y al menos dos marchas de centenares de kilómetros hasta La Paz.

Hasta el viernes, el Gobierno había defendido su decisión de reajustar los combustibles por la necesidad de eliminar un subsidio que costaba al Estado 380 millones de dólares y que alentaba el contrabando.

El mandatario indígena apuntó que la decisión fue tomada en consulta con el vicepresidente Álvaro García, los ministros y diversos movimientos sociales, entre ellos los sindicatos de productores de coca de la región de Chapare, su cuna política.

COSTO POLITICO
Morales dijo durante la crisis que asumiría todo el coste político del "gasolinazo", pero no había señales de cuáles serían sus próximos pasos.

"Todavía es muy pronto para señalar un costo político porque hay medidas que se espera que Morales tome a corto plazo, sin descartar un cambio total del gabinete que aprobó el 'gasolinazo'", dijo a Reuters el analista Vicente León.

El experto de una fundación de estudios de comunicación advirtió que "seguramente algunos tratarán de pescar en río revuelto, pero las secuelas de la crisis son aún inciertas".

Otro analista, el catedrático centrista Jorge Lazarte advirtió el viernes que Bolivia tendrá "un año 2011 muy difícil, porque la vida nacional vuelve a politizarse en extremo".

Los analistas dijeron que el gobernante no debía minimizar gritos como "¡Que se vaya Evo!" o "¡Evo, cuidado, el pueblo está enojado!", que se escucharon en las manifestaciones por primera vez desde que el dirigente cocalero emergiera en 2005 como tabla de salvación para un país sumido en un caos político.

Su discurso indigenista y "anti neoliberal" lo llevó a una cadena de triunfos electorales, incluida su reelección en diciembre de 2009, que le dieron un poder político que se puso a prueba con la impopular medida sobre los combustibles.




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