BOLIVIANOS están detrás de feria informal más grande
La Feria de La Salada en Buenos Aires, que fue forjada por bolivianos, es motivo de investigaciones y producción literaria por sus características de comercio informal.
20 mil comerciantes llegan a la Feria de La Salada, que fue creada en 1991 por un grupo de bolivianos que se dedican a la costura.
REDACCIÓN CENTRAL
Cambio
La Feria de La Salada es el mercado de comercio informal más grande de Latinoamérica, ubicada en un barrio popular de Buenos Aires, fue gestada por un grupo de bolivianos hace más de 20 años.
Sangre Salada es el título de un libro de Sebastián Hacher, presentado en Buenos Aires, que describe ilusiones, desencantos, poder, corrupción, traiciones, trabajos, alegrías y sinrazones en las crónicas que dan cuenta del mayor centro de venta informal de América Latina.
“Estoy en la feria hace quince años —dijo Raúl—. Empecé vendiendo tortillas asadas y acá me ve, dueño de todo esto”, es el relato de un feriante de uno de los tres predios en los que se divide la feria (Punta Mogote, Urkupiña y Ócean).
Otra historia es la de un taxista que, con un auto lujoso, se animó a entrar a La Salada, entre el barro y los huecos. “Alberto en la feria empezó en 1999, cuando él era un taxista sin horizonte de progreso que vio la oportunidad y se metió ahí, a llevar y traer a los bolivianos que los lunes iban a Urkupiña.
La popularidad de La Salada se inició con la venta de ropa a menor precio que las tiendas comerciales de Buenos Aires, a la iniciativa de los bolivianos se sumaron comerciantes peruanos, paraguayos y argentinos, entre otras nacionalidades.
En 20 años, la feria se convirtió en el referente de la venta informal más grande de Latinoamérica, donde familias bolivianas fallecieron a raíz de la delincuencia.
Hoy son familias bolivianas quienes dirigen la feria, “Quique y Mary dominan Urkupiña. Castillo pone orden en Punta Mogotes. En Ócean, un grupo de feriantes renueva la conducción cada dos años (...)”, informa el primer párrafo del capítulo 5 del libro.
La feria se abre tres veces a la semana y funciona durante la noche y parte de la mañana.
El lugar es complejo para las personas que llegan por primera vez, pero al pasar el tiempo uno puede conocer todos los secretos para evitar robos, comprar prendas de calidad y las mejores ofertas.
La feria mueve cerca de 9 millones de dólares por semana y más de 20 mil visitantes.
Testigo y narrador de la vivencia por tres años
El libro de Sebastián Hacher es una narración “vertiginosa sobre la feria textil ilegal más grande de Latinoamérica, que fue motivo de investigación por más de tres años”, señala un comentario de su libro.
“Cuenta la vida de familias migrantes capaces de lidiar con la muerte y con el trabajo a destajo, entre la ambición y el sometimiento a las redes ilegales, siempre bajo la sombra de policías corruptos (...)” comenta el autor.
Según Hacher, Sangre Salada es una crónica escrita con las herramientas de la literatura y la intensidad que sólo da la mejor investigación periodística.
El autor recorrió y fotografió La Salada “hasta temerla”, porque la feria se ubica en una zona insegura y estigmatizada por la delincuencia.
FONTE
CAMBIO.BO
RADIOINFINITAWEB
La Feria de La Salada en Buenos Aires, que fue forjada por bolivianos, es motivo de investigaciones y producción literaria por sus características de comercio informal.
20 mil comerciantes llegan a la Feria de La Salada, que fue creada en 1991 por un grupo de bolivianos que se dedican a la costura.
REDACCIÓN CENTRAL
Cambio
La Feria de La Salada es el mercado de comercio informal más grande de Latinoamérica, ubicada en un barrio popular de Buenos Aires, fue gestada por un grupo de bolivianos hace más de 20 años.
Sangre Salada es el título de un libro de Sebastián Hacher, presentado en Buenos Aires, que describe ilusiones, desencantos, poder, corrupción, traiciones, trabajos, alegrías y sinrazones en las crónicas que dan cuenta del mayor centro de venta informal de América Latina.
“Estoy en la feria hace quince años —dijo Raúl—. Empecé vendiendo tortillas asadas y acá me ve, dueño de todo esto”, es el relato de un feriante de uno de los tres predios en los que se divide la feria (Punta Mogote, Urkupiña y Ócean).
Otra historia es la de un taxista que, con un auto lujoso, se animó a entrar a La Salada, entre el barro y los huecos. “Alberto en la feria empezó en 1999, cuando él era un taxista sin horizonte de progreso que vio la oportunidad y se metió ahí, a llevar y traer a los bolivianos que los lunes iban a Urkupiña.
La popularidad de La Salada se inició con la venta de ropa a menor precio que las tiendas comerciales de Buenos Aires, a la iniciativa de los bolivianos se sumaron comerciantes peruanos, paraguayos y argentinos, entre otras nacionalidades.
En 20 años, la feria se convirtió en el referente de la venta informal más grande de Latinoamérica, donde familias bolivianas fallecieron a raíz de la delincuencia.
Hoy son familias bolivianas quienes dirigen la feria, “Quique y Mary dominan Urkupiña. Castillo pone orden en Punta Mogotes. En Ócean, un grupo de feriantes renueva la conducción cada dos años (...)”, informa el primer párrafo del capítulo 5 del libro.
La feria se abre tres veces a la semana y funciona durante la noche y parte de la mañana.
El lugar es complejo para las personas que llegan por primera vez, pero al pasar el tiempo uno puede conocer todos los secretos para evitar robos, comprar prendas de calidad y las mejores ofertas.
La feria mueve cerca de 9 millones de dólares por semana y más de 20 mil visitantes.
Testigo y narrador de la vivencia por tres años
El libro de Sebastián Hacher es una narración “vertiginosa sobre la feria textil ilegal más grande de Latinoamérica, que fue motivo de investigación por más de tres años”, señala un comentario de su libro.
“Cuenta la vida de familias migrantes capaces de lidiar con la muerte y con el trabajo a destajo, entre la ambición y el sometimiento a las redes ilegales, siempre bajo la sombra de policías corruptos (...)” comenta el autor.
Según Hacher, Sangre Salada es una crónica escrita con las herramientas de la literatura y la intensidad que sólo da la mejor investigación periodística.
El autor recorrió y fotografió La Salada “hasta temerla”, porque la feria se ubica en una zona insegura y estigmatizada por la delincuencia.
FONTE
CAMBIO.BO
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