domingo, 7 de agosto de 2011

BRASILEÑOS ESTUDIAN MEDICINA EN BOLIVIA... UNA MAYORIA DE CIUDADES FRONTERIZAS ...


Más de 12.000 brasileños cambian la dinámica cruceña
Migración. Llegan para profesionalizarse en las universidades privadas

Juntos. Floriano Petri y sus hijos David y Daniel vinieron desde el estado de Pará para profesionalizarse, actualmente los tres cursan el primer semestre de Medicina



Paura Rodríguez Leytón
Se estima que cada año llegan a Santa Cruz de la Sierra alrededor de 2.000 nuevos estudiantes brasileños que se suman a la creciente comunidad ‘verdeamarela’ asentada en la ciudad. Además de un importante movimiento económico que se traduce en un gasto promedio que oscila entre $us 300 y $us 500 mensuales por alumno, su presencia genera un intercambio cultural y una nueva dinámica en la ciudad. 

Alrededor de las universidades Cristiana de Bolivia (Ucebol), de Aquino (Udabol) y otras unviersidades privadas, la oferta de alimentos, vivienda y todo tipo de servicios destinados a esta población se ha convertido en una fuente de sustento para numerosas familias bolivianas. Aunque no hay una cifra exacta, se estima que  los brasileños suman más de 12.000. En las aulas y oficinas universitarias y en los comercios es normal encontrar bolivianos y brasileños que se comunican en ‘portuñol’. Hay restaurantes de comida brasileña y edificios de departamentos, condominios o casas ocupadas solo por ellos.
Según datos de las universidades, la mayoría de los estudiantes provienen de los estados fronterizos con Bolivia, como Acre, Rondonia y Mato Grosso, y estados del noreste como Pará, Maranhao y Ceará, regiones alejadas de los grandes centros económicos  de ese país que tiene más de 190 millones de habitantes.

“Bolivia forma parte de mí”, asegura Domingos Pereira, un estudiante brasileño que cursa el séptimo semestre de Medicina en la Ucebol, donde el 80% de los alumnos son de ese país. Para él, vivir en Bolivia significa la oportunidad de profesionalizarse.“Mi familia es muy pobre, ni siquiera gana un salario, yo nunca hubiera  podido estudiar”, sostiene.
Desde que llegó, Domingos se costea sus estudios. Cuando no pasa clases hace diseño gráfico y elabora publicidad para Internet. En 2009 fue el mejor alumno de su carrera con 98,2 de promedio y realiza acciones de servicio estudiantil. Para bajar el costo de sus cuotas en la universidad, contacta por la Internet estudiantes de su país, y por cada alumno nuevo que consigue  logra un descuento del 10%.

La población brasileña no solo está compuesta por alumnos, sino también por jóvenes que migran con sus padres. Matilde Machado, del estado de Mato Grosso, llegó junto a su hija, que estudia Medicina, y a su nieto. Ella trabaja como encargada de un restaurante de comida brasileña. Explica que en Brasil dejó su casa en alquiler y con esa renta cubre los gastos de estudio de su hija.
La posibilidad de estudio universitario no solo es aprovechada por jóvenes bachilleres, sino también por adultos que en su momento no pudieron seguir la carrera que deseaban. Es el caso de Floriano Petri, un hombre de 62 años que llegó del estado de Pará para inscribirse en la carrera de Medicina porque nunca pudo hacerlo en su país, por el alto costo que implica. Gran parte de su vida se dedicó a la construcción de muebles y desde julio decidió vivir en Bolivia con sus dos hijos, David y Daniel, que también estudian la misma carrera.

La ciudad es percibida como acogedora por los estudiantes, aunque admiten que antes de venir es ineludible el temor porque se habla de Bolivia como “un lugar inseguro, afectado por el narcotráfico y la producción de coca”, afirma Welisson Monteiro, otro estudiante, que junto a sus compañeros, Jeferson Batista y Rommel Barbosa, explica que lo que más extraña es el fútbol, pues en su país todos los miércoles, sábados y domingos se transmiten los partidos.
Para suplir esta ausencia, organizan campeonatos entre estudiantes. Observan que los taxistas son los que mejor se adecuan a ellos, hay varios que hablan portugués.
La presencia de brasileños también cambia la vida de algunos bolivianos. Es el caso de  Rosario Vedia, que les alquila habitaciones. Aprendió  portugués y viajó a Brasil. Para Jenny Grágeda, la venta de picaña y pollo asado es su fuente de vida desde hace seis años; por día vende 90 platos.

Cuando se miran a sí mismos, los brasileños explican que entre ellos prefieren hablar su idioma y que hablan español solo cuando es necesario.También reconocen que no todos llegan a estudiar, algunos se dedican a la diversión y pierden el semestre. Pero otros se esfuerzan con el objetivo de volver a su país con un título, como Kristyn Back de Arruda, una alumna de 22 años, que está en décimo semestre de Medicina. Ella viene de Cáceres, ciudad fronteriza con San Matías y asegura que dedica casi todo su tiempo a estudiar. Indica que en su casa, su hermana menor se prepara también para venir. 

La acreditación de los títulos, un tema pendiente

Concluir la carrera en Bolivia no es sufiente para los estudiantes brasileños, una vez que vuelven a su país deben aprobar un examen en la universidad federal para que su título sea válido en su país.
Según reportes de la prensa brasileña, incluso se están dando casos de médicos formados en Bolivia que se ven obligados a trabajar clandestinamente porque no lograron convalidar su título.

Floriano Petri calcula que cada estudiante invierte unos $us 40.000 para estudiar Medicina en Bolivia y que para habilitarse como médico en Brasil requiere unos $us 25.000 más. Sin embargo, confía en que esta situación cambie y se firme un convenio que reconozca los títulos de los estudiantes.

En la Ucebol informaron de que se está trabajando para la acreditación de esta universidad, para que sus títulos sean válidos en todos los países que conforman el Mercosur.
FUENTE
ELDEBER
RADIOINFINITAWEB

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